No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Hay que ver lo que nos cuesta despegarnos del dolor y del resentimiento.
Perder de vista nuestro enojo se hace en muchas ocasiones difícil. Está ahí, persistente, es el actor principal en el escenario de nuestra mente. Y lo mejor de todo es que seguimos dándole el papel principal de nuestra obra; nuestra vida.
Hay que hacer que de un modo u otro ese enojo, ese darle vueltas a lo mismo, o ese resentimiento se convierta en un actor secundario, hasta que poco a poco desaparezca de la escena. Y eso se consigue con el olvido consciente, que consiste en soltar, en no insistir, en no seguir hurgando para hacernos victimas de…
Abandonar la obsesión, (que no lleva más que a sostener más dolor), permitirá que aparezcan nuevos escenarios en nuestra mente, que surjan nuevas experiencias en las que pensar, recrearse y co-crear.
Como bien dice un refrán:” El olvido consciente no borra lo sucedido, pero entierra las emociones que lo rodeaban “y eso es una cura activa para nuestro cuerpo de la emoción.
Aunque tendremos que trabajar eso…, ese olvido, al final tendrá que habernos llevado a un proceso de autenticidad, de afirmación, de responsabilidad, de coraje para mostrar nuestra esencia y por último entrar en el escena de la neutralidad y de ese acto de creación que es el perdón.
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