No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Con los apegos nos creamos un mundo superficial, adictivo, basado en lo que creemos que necesitamos para
existir, para ser feliz, para…
Nos aferramos a cosas, a personas, a recuerdos, al trabajo,
al pesimismo, al dinero, a las drogas, a emociones estancadas, a creencias, a
dogmas , inclusive a la enfermedad, nos
agarramos a todo aquello que nos produzca una emotividad , nos aferramos a lo que vivimos en un pasado, padres, hijos, familia, en fin, hay una lista
interminable de adhesiones que nos esclavizan.
Yo digo que es importante la memoria, el recuerdo, siempre y
cuando éste nos impulse hacia delante. Pero en el momento en el que las
nostalgias o los amarres se convierten en un freno que nos impide avanzar en nuestra
vida entonces es cuando llega el momento de reflexionar y preguntarnos el
significado que trae consigo ese momento que nos dificulta en “el ser, en el
estar y en el sentir”.
Te propongo un ejercicio para hoy; el desapego.¿ A qué te agarras
tú, a que te apegas?- recapacita. ¿Qué pasaría si me imagino que soy capaz de
desapegarme de todo aquello a lo que me aferro? Por ejemplo mis opiniones, mis juicios, mis cosas personales, coche,
casa, mascota… Vamos más allá, inclusive
desapegarme de mi identidad, mi mente, mi cuerpo, y me despojo de todo
pensamiento limitativo que he ido creando a lo lago de los años.
Difícil, sí, lo sé. ¿Qué pasaría si práctico el desapego?
Atrévete a experimentarlo aunque sea tan sólo por unos minutos… Verás lo que
ocurre.
©Luhema
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