No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Para ser un sanador…
Las personas tendemos a querer aliviar el sufrimiento de los demás, es algo que nos nace del corazón y que nos hace humanos, y aunque todos somos sanadores en potencia, todos poseemos esa energía Universal para utilizarla activándola con el más poderoso detonante que es el amor, no todos alcanzamos ese don para convertirnos en auténticos hombres y mujeres medicina. Un verdadero sanador, y no estoy hablando de los médicos titulados que también tienen todo mi respeto, se hace a sí mismo desde los estados de consciencia más puros, tiene que prestar atención a lo que tiene corazón. Un sanador o sanadora abre su pecho a la gratitud, danza, medita de pie, caminando, descalzando sus pies, tocando el suelo, tocando el cielo, alquimizando las energías telúricas y cósmicas en su pecho.
Un hombre, una mujer medicina ríe, canta, danza, reza, invoca a su propio animal de poder, sueña, lucha, se responsabiliza, no inventa un falso Yo para agradar a otros, es flexible…. ES LIBRE. Y es libre porque ha conocido el dolor más profundo, ha sido capaz de sanarse a sí mismo, sus heridas del alma, y ha entendido el dolor de la soledad, de su propia soledad. Un sanador se ha sentido tan frágil que ha tenido que abandonarse a la gracia. Un sanador se convierte en un auténtico guerrero porque sabe utilizar la luz como herramienta fundamental que le guía y por eso tiene a su alrededor todas las generaciones de sanadores del pasado que aún hoy continúan bendiciendo.
Un sanador para sanar debe diluirse, convertirse en nadie y reflejar como un espejo cristalino el amor ante una persona que sufre, un sanador no enmascara nada, ni pretende engañarte, ni ser el salvador del mundo, no tiene ninguna hoja de ruta aprendida que repite constantemente con los pacientes, un sanador te coge de la mano para que aceptes, ames y de este modo descienda la baraka, las bendiciones.
Ya te digo que nadie se hace sanador sin haber sido herido antes.
©Luhema
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