No amo a mis amigos ni con el corazón ni con la mente. Por si el corazón dejara de latir, o mi mente me fallara y te pudiera olvidar. Los amo con el alma. El alma no deja de ser, tampoco olvida. Rumi. ¿No os parece precioso?...
Hoy voy a hablaros de la queja, sí, porque yo soy la primera que he tenido esta fea costumbre, y digo bien; fea costumbre. Muchas veces nos quejamos y lo hacemos inconscientemente porque se ha vuelto un hábito que no nos conduce a ningún lado, bueno sí, a tener más quejas.
En nuestros días cuesta mucho expresarse sin verbalizar una queja, nos quejamos por todo, nos cuesta formular y más aún, verbalizar frases constructivas y además; ¿cómo no quejarse ante todo lo que nos rodea, políticos, violencia, maltrato, injusticias, terrorismo?...Es la tendencia normalizada dentro de un mundo un tanto caótico.
La queja es la reacción a algo que no te gusta, pero la queja por sí misma no modifica tu vida, al contrario, atraes más quejas y a personas que también se quejan, y con todo es coctel se va retroalimentando la hostilidad, y de lo que se trata es de salir de esa situación porque la queja consume mucha energía, resta creatividad, ideas nuevas y soluciones.
Pero ahora me voy al ámbito más personal. Quizá pienses que lo tuyo no son quejas, pero te pongo un ejemplo, verás como sí lo haces, como sí te quejas; ¡Qué asco de día, puf es lunes! ¡Vaya mierda, está lloviendo! ¡Siempre me llama para molestarme! ¡No me encuentro bien! ¡Esta tía es imbécil! ¡Estoy cansada de escucharle! ¡Siempre se sale con la suya! ¡No me gusta esperar! ¡Todo me sale mal! ¡Tengo una mala racha! ¡El vecino pone la música muy alta, me molesta! Te quejas, ves como sí. Ahora escúchate, párate cada vez que seas consciente de ello y observa tu queja; la raíz de esta, y siente si de verdad puedes hacer algo para salir de ella, porque en realidad sé que no te gusta el ánimo que te deja cuando te pronuncias así.
Quieres ser feliz pero te quejas por todo.
Quéjate menos y actúa más.
Cambia las cosas que no te gusten y sal de la queja porque ésta no te hace ningún bien.
Sustituye la queja por un “necesito” y aprende a pedirte a ti, o pedir, y expresar cómo te sientes. Pon de tu parte para solucionar eso.
Hay un proverbio chino que a mí me funcionó para salir de la queja y es este; ¡Atiende!
Si tu problema tiene solución, para que te quejas.
Si tu problema no tiene solución, para que te quejas.
Para mí, significa, que si tiene solución, te ocupes en ponerle solución en vez de quejarte. No en pre-ocuparte. En ocuparte.
Lo único que vamos a conseguir cuando criticamos, cuando juzgamos, cuando hablamos con hostilidad es emitir un campo energético almamente negativo incluso para nosotros, para nuestra salud emocional, física y mental. Recuerdo que atraemos aquello en lo que nos enfocamos. En cambio si hablamos con gratitud, si somos capaces de extraer de cada cosa lo bueno que hay en ellas conectaremos con campos de alta energía y esto hará que cambie la situación a tu alrededor y por supuesto en ti, te aportará paz interior y por consiguiente armonía.
Si abres el corazón, siempre tendrás cosas que agradecer. Y cuando uno agradece, no solo se siente mejor, sino que vive una vida más feliz.
©Luhema
Comentarios
Publicar un comentario